jueves, 19 de enero de 2006

La irónica levedad del ser.

Existencia, un imperativo cotidiano. Comienza desde que somos expulsados del viente materno, entre paredes estrechas y líquidos amniótico. Y ahí empieza tu historia, desde que te dan un nombre y formas parte de una rutina familiar. El objetivo primordial es educarte, civilizarte, convertirte en un ser social.

Desde los primeros días empiezan a identificar en tí rasgos que construyen tu personalidad. Los adjetivos categóricos comienzan a definirte como huraño, risueño, sociable, tímido etc. En la adolescencia comienzas a percartarte esas preguntas filosóficas, del quién eres, qué quieres y a dónde vas. Empiezas a tomar tus propias decisiones y a defender tus posturas.

A salud de mi mala memoria porque no recuerdo el nombre del autor, él decía que uno se constituye por las historias que nos contamos de nosotros mismos. Y sí, díficil enigma la personalidad. Porque uno trata de conocerse a diario, reconstruirse, inventarse. ¿Realmente quién soy? ¿qué es lo que queda de mí después de los performaces diarios, fuera de las luces de los reflectores?

El ser es intangible y se hace evidente a través de la personalidad, bueno eso creo yo. Misticamente estamos iluminados por un aura que es el resultado de nuestras vibraciones existenciales, lo que sentimos y lo que creemos.

Sin embargo Sartre plantea la libertad del ser. "Uno es más que la suma de sus acciones" y hay una teória sociólogica que somos seres con diferentes identidades. Lo que plantea que podemos ser todo y podemos ser nada. La decisión es el último recurso.

Es por eso que es díficil mirarse al espejo

No hay comentarios:

Publicar un comentario