El día de hoy.

Bueno el día de ayer porque ya es la una de la mañana con 29 minutos. De un sábado que no supo a sábado y de un domingo que tampoco parecerá domingo. Al menos en estos días me he quitado algunos cargos de conciencia porque entre mi apabullante rutina extrema, me he dado un tiempo para platicar con mis amigos y estar con ellos. No quiero que un día nos encontremos después de mucho tiempo sin vernos sin nada que decir o que compartir. Eso es odioso.

Aunque hablando de amistades, recibí un golpe bajo muy bajo y de quien menos me esperaba que lo fuera hacer. Reflexioné mucho tiempo si era prudente mostrar mi descontento y llegué a la conclusión que tenia todo el derecho de réplica y tener la oportunidad de expresar mi inconformismo y hacerle ver sus errores. Es lamentable eso de que a la gente se le suban los humos pensando que se justifica por el merito de un oficio, al diablo con eso. Existen lealtades y esas se deben de respetar. No quiero adelantar planes ni situaciones, pero no me voy a quedar atrás en la batalla y voy a bajar la cara en ninguna circunstancia. Si me declaran la guerra la daré.

Y también cache dentro de mi psique una situación muy especial, me di cuenta que eso de tener “a alguien” no me interesa tanto. Y no por el hecho que no lo desee sino mas bien porque estoy adjudicándole a alguien un papel que no merece y sobretodo no quiere. Estoy experimentando esa calma tan particular que sucede cuando tienes pareja, es decir, deje de buscar, ahí esta lo peligroso, porque las bases de ese castillo no existen, flotan en el aire.

Y todo esto sucedió el día de hoy, no sé porque fregados lo publiqué, porque son cosas que yo no quiero contar y ustedes no quieren saber.