El otro lado de la moneda

La escena típica, yo con las ansias quebrándome el sistema nervioso, el corazón a millones de latidos, la boca seca, la mente revuelta y entre palabras tartamudas rompo los secretos. Él de frente a mi, con una sonrisa nerviosa y sin poder creer lo que le estoy diciendo, le estoy confesando mi interés por su persona y le cuento todas esas cosas lindas que me enamoraron desde el día en que lo conocí.

Después el silencio incomodo, toma la palabra y me dice, te quiero mucho como amiga, pero no mas. Después los remordimientos vienen a mi cabeza, la vergüenza se duplica y tengo que poner cara de seria y decir, comprendo. Tomo mis cosas y me voy, como si nunca hubiera pasado nada.

En otra escena típica, él está nerviosamente introduciendo el tema, trata de buscar las palabras adecuadas, le sudan las manos, no puede ni siquiera verme a los ojos. Trata de encontrar en mi cara de asombro una señal de esperanza que sea correspondido. Mientras yo escucho con los ojos bien abiertos, diciendo “no puede ser”, buscando los mejores argumentos para cuando termine poder decirle “lo siento, te quiero mucho pero como amigo”

Y de verdad odio ese papel. Me gustaría que nunca nadie a quien no le pudiera corresponder se enamorara de mí. El otro lado de la moneda es el que me gusta más, en donde vas en busca de la respuesta porque ahí tú eres responsable de tus sentimientos. En el otro me siento culpable por ser ese gran juez que termina con los sueños de los demás y pienso que me hubiera gustado ser su milagro, pero nunca he podido engañarme a mi misma.

Y ¿Cómo reaccionar? No sé… creo que no voy a quitar mi cara de sorprendida, daré argumentos que ni yo misma me creo y diré, lo siento mucho pero no soy tu tipo, ve y busca alguien mejor.