sábado, 13 de diciembre de 2008

Palabras al espejo

O por soledad o por necesidad, pero sigo caminando bajo tierra de minas. No me importa retar al destino con tal de construir una historia y cambiar el sentido de los días.

Pienso y pienso sin parar, pienso en todo. Y cada idea se transforma en un hilo con el que trato de tejer el destino, una dura telaraña díficil de desenredar pero demasiado sencilla si sé sabe que razono con el corazón y siento con el cerebro.

Ya no estoy en búsqueda de mí, me queda claro quién es la que se mira al espejo. Le conozco todas las mentiras que me cuenta, y le sé todas las verdades que le da por ocultar. Pero aún así no me detengo, quiero seguir marea adentro. Es una estrategia de guerra, si me conozco lo suficiente jamás me podre autoboicotear (si es que existe la palabra!).

No importa cuantas veces pinte el camino siempre termino por no seguir el mapa. ¿Será mi exceso de confianza? La verdad es que tengo miedo, como todos, pero estoy aprendiendo a ignorarlo. Las luminas mariposas ya salen de mis adentros cuando cierro los puños y levanto la cara, nunca dando un paso atrás.

Palabras, palabras, me emborracho entre palabras. Ideas, ideas... facto.. facto. Me cuesta trabajo darme por vencida o tirar por la borda la consecuencia lógica de mis razonamientos. ¿Por qué me cuesta trabajo entender al prójimo? ¿Por qué hasta el final deseo ser la única guionista de está historia? ¿Por qué es tan díficil aceptarlo? Por lo mismo, odio los mapas... el camino se construye a base de mis deseos y caprichos, tan vólatiles y relativos como decir que una ha tocado una flama.

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