jueves, 30 de marzo de 2006

Perdóname madre.

No me acuerdo de ese día, ni de cómo te veías, pero quizás imagino que aquel 18 de septiembre de 1983 a las diez con 52 cuando pusieron en tus brazos a tu primera hija ochomesina, chiquita, chiquita y blanca, blanca; me viste e imaginaste expectativas de la mujer en la que me iba a convertir.

A casi ya veintitrés años me atrevo a escribirte y ofrecerte unas disculpas, si, perdóname madre porque no soy esa que deseaste que fuera.

Si me metiste a estudiar en un colegio de monjas por doce años creo que era para que me formaran como una buena católica y creyente ferviente de Dios, madre, fue Marx quien me quitó la inocencia y desde ese día, me siento mejor siendo atea. Ya se me olvido como rezar un rosario y todas las oraciones que tuve que aprender para mi primera comunión.

¿Te acuerdas de lo que nos decías sobre las que tomaban y fumaban en las fiestas? Yo aprendí a fumar a los quince años y era idea mía que después de la escuela fuéramos por caribes coolers en bolsas con popotes simulando que eran refrescos, con “Don popeye” que sabia que era tu hija. A la fecha soy capaz de catar y distinguir entre todo tipo de alcoholes y todo tipo de cigarros.

Se que hubieras deseado que fuera una mujer ordenada, que tuviera como prioridad que al despetarme tendiera la cama, pero no es posible madre, mi prioridad es la apurarme, siempre me despierto tarde. Y sabes, tengo el bote de la ropa sucia y el bote de la ropa limpia.

No herede tu sazón. Tarde tres meses en aprender hacer una sopa de fideos y hasta la fecha los chilaquiles me salen desabridos, nunca le atino al chile madre. Y es casi una tortura lavar la loza, me salen ampollas en las manos cada vez que agarro una escoba y se resecan cuando lavo.

Tus consejos son precisos, quieres que me busque un buen tipo para que sea mi marido, como kkkkkk por ejemplo, pero no madre, no me gustan los bien portados y bien vestidos; me gustan los difíciles, los complicados, los que no se pueden someter, los cabrones madre, los cabrones. Y creo que fue mejor que te advirtiera sobre la posibilidad de convertirte en abuela de un (a) nieto (a) de madre soltera, porque el matrimonio no entra ni siquiera en mis planes, yo no sueño con mi boda.

Y la razón de mis disculpas es porque a pesar de no ser el ideal de hija que quisieras tener, siento que te sientes orgullosa de mi, me aceptas tal cual soy y siempre estas cuando te necesito, sé que puedo contar contigo para todo, gracias madre y mira, no soy el ideal pero soy una mujer afortunada teniéndote a ti. I LOVe You

2 comentarios: