miércoles, 29 de marzo de 2006

El ensayo express... una hora. Instinto Individual

A tres años después del fin de la Segunda Guerra Mundial y el genocidio más reprochado por la historia de la humanidad, el 10 de diciembre 1948 dentro de la asamblea de las Naciones Unidas, se proclamó La Declaración Universal de los Derechos Humanos que plantea que “los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad de derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben de comportase fraternamente los unos con los otros”.

Palabras que supongo sirvieron de consuelo a familias y países enteros que trataban de sanar las heridas de guerra y comenzar de nuevo su vida, una que nunca seria igual. Y era ese decreto internacional una prueba que la humanidad tomaba conciencia de su potencialidad para destruirse a si misma por un motivo simple, el racismo y la superioridad de los arios.

El idealista documento aboga por el respeto a todo hombre u mujer sobre la faz de la tierra, argumenta que en la igualdad y en la libertad se dará el progreso social y como todo final de película, libro religioso o de superación personal, aboga por un “mundo feliz” pacifico y ordenado; que hasta la fecha ha quedado solo en buenas intenciones; para los indígenas, pobres, activistas, mujeres, niños del mundo sin guerras, tampoco existen en la mayoría de los casos, sus derechos humanos.

El fallo quizás pueda atribuírsele a un sistema económico excluyente, la burocracia o ineficiencia de los organismos encargados de vigilar que se cumplan los derechos, a los Gobiernos, a la falta de educación etc. Pero detrás de los telones solo existe un solo culpable, el ser humano mismo.

Para estos momentos valdría la pena traer a la mesa a Charles Darwin y recordar que le evolución sigue un mecanismo natural, la ley de los más fuertes sobre los débiles. Y son los primeros quienes pasan por los segundos para lograr la sobrevivencia de la especie, esa fue la ruta del Homo Sapiens Sapiens, solo que comprendió que individualmente no lograría abatir a la naturaleza y necesitaba de organizarse en pequeñas tribus y ahí nació, el principio de la organización humana, que fue por necesidad y no por convicción.

Para el estudio de la naturaleza humana, Freud platea la pulsion de la autoconservacion carácter erótico, que se entiende como aquella donde aparece un conjunto de necesidades ligadas a las funciones corporales que se precisan para la conservación de la vida de un individuo y sino se dispone de ellas usa a la agresión para conseguir su propósito. Que se puede interpretar, que la misma naturaleza humana esta dotada de impulsos para satisfacer nuestras necesidades corpóreas.

Y en un intento de desmenuzar una convicción profunda me pregunto ¿el ser humano es capaz por naturaleza y convicción racional, ser fraternal con el prójimo? ¿ la compasión y la empatía existen? ¿ la igualdad es posible? O seguimos obedeciendo impulsos individuales, aquellos que han tirado por la borda los idealismos más exquisitos como el socialismo, la proclamación de la revolución francesa “igualdad, fraternidad, libertad”, los Derechos Humanos y tratamos de negar con la idea de Dios, movimientos sociales, Instituciones Internacionales, el arte… el instinto individualista del ser humano.

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