domingo, 17 de octubre de 2010

Mi enemigo y yo

Planteamiento nùmero 1:

- Mi enemigo y yo en el fondo nos parecemos tanto que los demás podrian apostar ciegamente a que podrímos ser la pareja perfecta, la verdad es que esa posibilidad ya la echamos a perder.

Fue un romance corto pero bonito. Con gritos, làgrimas, nunca jamases y ùltimas veces. Intenso hasta la puta madre, de esos que sus problemas que solo se pueden arreglar con un buen sexo. ¿Hablar? Hablar era sinónimo de pelar. Si hubo risas y cariños a pesar de ser los dos altamente inflamables, pero las treguas no duraron mucho. Y un día toda la mierda nos alcanzó.

- Si, en el fondo somos casi iguales, tanto que los demás podrìan apostar toda su fortuna a que podrìamos ser los mejores amigos. La verdad es que esa posibilidad ni siquiera la intentamos.

Primero, él es un hombre y yo soy una mujer. El es moreno y yo soy blanca. A mí me gusta lo alternativo, a èl lo casual. Pero los dos somos lo suficientemente inmaduros para aceptar que tenemos quìmica, sufrimos por los mismos dolores, y nos hace felices la atenciòn de los demás. Por màs que escondamos los colmillos que nos hacen ser quiènes somos y juremos y juremos que uno es mejor que el otro. En el fondo somos la misma chingadera.

Claro que podriamos ser los mejores amigos, sòlo que ninguno està dispuesto a ceder el antagónismo y mucho menos, el escenario.

- Mi enemigo y yo, tenemos las mismas agallas e inteligencia que los demás podrían afirmar sin miedo a equivocarse que serìamos los mejores enemigos. La verdad es que esa posibilidad ni siquiera nos interesa.

Para odiar hay que amar. A una persona la definen los enemigos que tiene. La calidad de la pelea tambièn se define por la altura del contricante. Sin embargo, somos tan parecidos, somos tan arrogantes, tan mamones, nos sentimos casi semi dioses pronunciando nuestra verdad, que la realidad es que:

Somos tan poca cosa uno para el otro, que ni siquiera nos interesa ser enemigos.

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