domingo, 17 de octubre de 2010

¡Faldas arriba!

A veces los cambios no se presentan como sucesos escàndalosos que sorpresivamente un dìa vienen a terminar con alguna situaciòn.

Hay algunos de ellos pueden ser silenciosos e imperceptibles, y se manifiestan secretamente en la vida cotidiana. Son tan normales que rápidamente son aceptados y se camuflajean en el paisaje dando esa sensaciòn que hay algo diferente pero nadie sabe què es.

Hace como dos años compré un vestido negro que es mi adoración. Cuando me lo probè dude mucho en llevarmelo porque creìa que estaba muy corto. Eso de enseñar las piernas no sè me da, y las cosas muy cortitas me causan conflicto.

Ese vestido tiene dos tiras que se abotonan haciendo el largo del vestido, valga la ironía, màs corto aùn. Durante dos años lo use con los botones abajo, y cuando podìa con algo que me cubriera las piernas.

Ayer abotoné por primera vez esas tiras. ¡Pero carajo, què cosas tan infantiles nos estàs contando! Asì es.

Es infantil mi historia, pero no el valor de acortarse la falda. Quiere decir que algo està sucediendo, que algo cambio. Andar cortita de telas y caminar como no importando el que diràn tiene su chiste.

Y si, me siento terriblemente bien por enseñar las piernas. Por aceptar mi cuerpo como es, por tener las agallas de enfrentarme con una restricciòn que era personal. Por brincar, bailar, subir y bajar sin ese prejuicio de -me estàn viendo, me estàn criticando las piernas- Por ese permiso que me doy de sentirme sexy. Es una liberación, por eso es importante.

Traer falda ideológicamente implica muchas cosas, traer una falda corta más. Y sino se tienen las agallas o la actitud, mejor, nunca se quiten el pantalòn.

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