martes, 11 de agosto de 2009

Duplicidad

I´m not living, i´m just killing time…
Radiohead

Se viven varias vidas en la misma vida, al menos eso creo yo. La que yo era cuando era una niña no existe más, se extinguió con el crecimiento de las glándulas mamarias, la aparición del vello púbico, las caderas y depresiones de adolescente. La que yo era cuando era adolescente desapareció en mis veintes, con unas caderas más anchas, diferentes cortes de cabello, la inocencia perdida, otra ciudad y drogas legales. La que yo era cuando tenía veinte y menos, poco a poco se desvanece para convertirse en una joven adulta. Y todas ellas las mismas, y todas ellas yo, pero todas ellas diferentes.

Y esa es mi situación, estoy atrapada en el cambio pero también presiento que tengo otra vida paralela a la actual. No sé trata de juegos virtuales o paranoias nerviosas. Va más allá.

Los rayos solares me iluminan un mundo en el que se sucede mi vida diaria, con sus rutinas y sus personas. Los rayos lunares me iluminan otro mundo, uno más profundo. Lo que pienso de noche no tiene sentido de día, no cabe.

En la vida que corre con luz estoy acompañada en cambio la vida que corre a oscuras la vivo sola. Y para ser sincera no me preocupa mucho lo que sucede durante las horas que se dilatan del antes meridiano al pasado meridiano, me asusto más cuando se agotan los minutos de la noche y sé que pronto va amanecer. No le temo a la que soy de día, sino la que vive cuando llega la noche.

Sería más divertido si fuera una vampira o una prostituta, pero no tengo la suerte de un oficio de noche. No hay carácter para serlo, a oscuras soy frágil. Cada pensamiento que tengo me va quebrando hasta que termino flotando en mis propias lágrimas. Confieso que no todas las noches son tristes, existen otras que no tienen sentimientos pero son peores. Mi cerebro no para de hacer conexiones con toda la información que tiene, cuando aparecen las ideas puede ser emocionante sin embargo ninguna es suficiente y eso es agotador. Lo más ansioso es cuando no tengo nada que pensar y sentir y me quedo boca arriba con la mente en blanco deseando poder dormir.

No son problemas de insomnio, no se trata de cuánto duermo. Es algo más, como una pesadilla con los ojos abiertos y digo que es como otra vida porque cuando despierto no hay rastro de lo vivido unas horas antes. No pienso lo que pensé, no siento lo que sentí. Me contradigo, y me avergüenzo de lo que puede llegar a hacer cuando la ciudad dormía.

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