martes, 23 de septiembre de 2008

B-Side

Escucho el B-Side de Amy Winehouse y no puedo evitar trasladarme a otro lugar, y me doy cuenta de cuando odio el frio y extraño el calor, sobretodo las noches especialmente calurosas donde una suave ráfaga de viento es un beso de dios.

Recuerdo cuanto me gusta la seducción, dulce emoción que se expresa tímidamente cuando bailo debajo un cielo oscuro y son los luminosos ojos del sexo opuesto quienes hacen que la luz se refleje en mi cuerpo. Y me miran como no queriendo, y no paran de hacerlo.

Me gusta paladear el amargo sabor del vino, que seca la boca y abre la garganta, que me estremece el cuerpo y me lleva a un estado de éxtasis y de relajación. Me agrada sellar mis labios contra el filtro del cigarro, dar un golpe fuerte y dejar escapar el humo despacio, sentir como la nicotina llega a mis cerebro y me mueve el piso.

Y la música, no es más que una cálida droga que da ritmo a los latidos de mi corazón. Mi canto lleva palabras que llegan directamente al sentimiento, y me dan ganas de cantar a garganta abierta y me dan ganas que todo el mundo escuche mi verdad en unas cuantas frases.

Y sonrio, y bailo, y me dejo llevar, y me siento libre...

Al final es un momento que sé que díficilmente se volverá a repetir, quizás otra vez, cuando escuche nuevo el lado B de Amy Winehouse.

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