martes, 27 de julio de 2010

Soy tu fan..

Llegué media hora tarde, mis tacones sonaban por toda la agencia. Me reprochaba el tiempo atrasado y mi look de un día de oficina pesado. Todos estaban ya presentes, con las computadoras portátiles encendidas y a cinco minutos de haber comenzado la junta.

Me incorporé rápidamente y en silencio, al final de la mesa, en el punto exacto donde no encontrarme con tu mirada. Tú exponías los puntos, hablabas de tus ideas y yo trataba de concentrarme en teclear cualquier cosa en la notebook, no podía verte a la cara, porque sabía que esa sonrisa delatora podría revelarse en mis labios.
Te veías tan guapo como siempre, ahora con tu suéter café, tus jeans y tenis. Todo un creativo sin pretensiones de extravagancia. ¿Cuándo me di cuenta que realmente me gustabas? Quizás a la tercera vez que te vi con tu camisa de leñador. Me gusta tu altura, la forma de tu espalda, tus brazos masculinos y tus piernas torneadas. Me gusta tu sonrisa que regalas tan espontáneamente. Me gusta tu amabilidad y tu paciencia. Hasta tu nariz y tus labios gruesos.

Y sentada al otro extremo de la sala en momentos pienso en ti, ¿en cómo serás? ¿Si tendrás una novia? ¿Qué harás los fines de semana? ¿Qué música te gustara? ¿Te gusta Morrissey?

Trato de no mirarte, trato no hablar para no hacerme notar. Y por fin llega ese momento, el mejor de mi día. Quitas los ojos de la pantalla y los diriges directo a mí, en cuanto me cruzó con tu mirada evidentemente muevo los ojos hacia otra dirección, escapando del contacto directo contigo. Y terminó con ese momento.

Es muy probable que ni siquiera lo hayas notado, tal vez no fue tu intensión buscarme la cara, es más, pudiera ser que ni siquiera te dirigiste a mí.

Cuando me despido de ti me das la mano, pero yo te tomó del hombro sin aceptarte el saludo y te beso convencionalmente, con un beso frio, muy formal. Sales corriendo de la sala de juntas, y otra vez, como todas las semanas me quedó con las ganas de conocerte.

Quisiera actuar naturalmente pero no puedo evidenciar lo que provocas en mí, por eso mi frialdad y por eso mi silencio. Tú no te imaginas, ni siquiera te pasa por la cabeza que ahora escribo sobre ti, y que alimento mi imaginación con tu persona.
Eres un gustito secreto, de esos que sé disfruta tener, una ilusión que se conserva en una caja de cristal, y se cuida para no romperse. Y quizás algún día, con mucho más valor, y más confianza te pueda decir -¿quieres salir conmigo?


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