miércoles, 7 de julio de 2010

C´est la vie!

Cuando cierta música suena a nostalgia, me doy cuenta de cómo ha pasado el tiempo. No son años, no son décadas, son meses, semanas, días. La existencia se actualiza cada vez más a prisa. Ya no existe “el para siempre”, “hasta la muerte”, “hasta que ya no funcione”. Los tiempos de caducidad son más cortos, pero como la vida no se detiene, los cambios son más frecuentes.

Estoy frente a la PC de mi casa como hace semanas que no lo hacía, desde que Aspasia apareció. Recorro inquieta toda la colección de música y me siento extraña a algo que es tan mío. Las canciones me remiten a sensaciones del pasado. Quizás suene exagerada al siempre puntualizar en mi discurso los cambios rápidos, pero es que siempre caigo en la cuenta que todo conmigo es fugaz y es intenso.

Me he acostumbrado a enfrentarme con nuevas situaciones, pero hay veces que me siento cansada. No me representa un motivo para parar, pero si para pausar varios aspectos en mi vida. Las prioridades, las personas, la música, las actividades cambian y cambian y cambian; durante ese camino estoy segura que cada vez asimiló mi autenticidad, porque lo que nunca se modifica es lo que realmente soy. Es irónico, y es verdad que no he dejado hablar de mí, pero es que en esta ocasión no tengo argumentos para explicar lo que observo desde terceros ojos. La percepción que tengo del mundo es subjetiva a lo que soy, y me gusta compartirla de vez en cuando para averiguar si sucede lo mismo con los otros. Quiero descubrir esos puentes que me hacen similar a los demás, no es porque me sienta especial o diferente, simplemente porque no me quiero sentir sola.

¿Qué es lo que se queda y lo qué se va en esta marea que no para de tocar tierra y regresar al océano? Entre risas mi hermano me decía que él quisiera conocer una persona que me dijera las cosas y yo no le pusiera objeción. Es verdad, soy exasperante. Soy un muro contra el que chocan las buenas intensiones, y los buenos consejos. Soy capaz de desesperar a cualquiera, pero lo que ignoran es que lo más difícil de aceptar de mi parte, es lo que más perdura o lo único que se clava.

No soy capaz de aceptar las cosas porque sí. Necesito deshebrarlas, meterlas en conflicto, enfrentarme a ellas, no importa si llego a la misma conclusión. Durante estos días aprendí que las personas sólo vienen la experiencia del aprendizaje cuando toman la responsabilidad del mismo. Conmigo esa regla aplica al doble. Odio volver a re-trabajar, pero sospecho que es la única manera de hacer entender a mi necia cabeza.

Me siento diferente, no sé si sea diferente pero me siento así. Yo pensé que huyendo de “Pepe El Grillo” los ecos de su voz no me iban a alcanzar. Soy una ingenua. No me di cuenta que muchas de esas palabras se taladraron en mi juicio. Y ahora soy yo quien las repito. ¡Qué destino tan impredecible! No se perciben las huellas hasta que la ola abandona la orilla.

Por otro lado me pone ansiosa enfrentarme a los recuerdos recién desempacados, no quiero que me confundan. Comienzo a sentir una ligera melancolía, es como ver los dos meses anteriores en una película lejana. Me siento distante, demasiado lejos de lo que estuvo a la vuelta de la esquina. No sé en qué momento la llama se encendió y se apago. Se consumió al hecho de qué esas emociones que sentí, esas sensaciones, esos momentos me parecen ya ajenos. Como un sueño, como algo irreal. Es como si me hubiera muerto y ahora fuera un fantasma que puede volver al pasado, y mira las escenas, y no las entiende. Soy terca, no puedo permitirme la liviandad. Aunque lo parezca, los sentimientos no son cartas que mostramos y cambiamos a nuestra conveniencia. Son el resultado de un proceso espiritual, una conexión. El amor no se regala como un promocional publicitario.

Pero quizás esas sean solamente mis ideas. Quizás las relaciones humanas están destinadas a no trascender jamás. A ser tan definitivas, a volverse huecas, frías. Se huye, se teme, se esconde, de la persona con la que alguna vez, quién sabe dónde, no sé sabe por qué, no sólo desnudamos el cuerpo, sino también parte de nosotros.

C´est la vie! Life goes on… Éstas son únicamente pausas, las sencillas y humildes deliberaciones de la chica más común de su cuadra. El mundo y su complejidad nunca dejan de sorprenderme, soy incapaz de abstraerlo pero le presto mi existencia para que escriba en ella sus ensayos de prueba y error.

No es la declaración de una victoria, ni siquiera he comenzado a pelar las batallas más duras. Es la primera página del diario de un viaje, al fin y al cabo, no puedo detener los cambios.

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