lunes, 12 de octubre de 2009

Odisea para escuchar a Dios, la nave Pink Floyd.

La primera vez no siempre es la mejor, y parece que yo hasta la tercera lo disfruto. La primera suele ser en cierta medida inducida por la curiosidad; la segunda, es más fácil pero hay todavía mucho que descubrir, y a la tercera, quizás tenga más disposición para deleitarlo. Por algo dicen que la tercera es la vencida, y que apenas dos es una. Lugar común, lo sé, pero es conocido que me empeñó en encontrarle sentido a esos planteamientos generales.

También la vida tiene ciertos momentos para entender o disfrutar fenómenos u experiencias. Un libro no te dice lo mismo cuando tienes 15 años a cuando sumas 30. Ciertas obras tienen sentido en la juventud pero se pierden en la adultez. La construcción de sentido cambia con el paso de la vida.

Eso me pasó con Pink Floyd. Un amigo en la prepa me regaló un cassette, su música no me entretuvo y pronto quedó olvidado en la caja de zapatos donde los guardaba y jamás hice el intento de volver acercarme. Un día platicando con otro amigo en la barra de un Pub me dijo “Pink Floyd llegará a tu vida cuando sea el momento”, acepté la premisa y quedé a la espera.

Ese momento llegó con mi tercera vez con la mariguana. Mi mamá lee mi blog y es posible que en estos momentos se esté espantando, a veces saber toda la verdad incomoda. Por eso le pido una disculpa si esto llega a serlo, y le pido que confíe en mi criterio. ¡Qué más le puedo decir!

En ese estado alterado quise jugar con el cliché y pedí que me pusieran a Pink Floyd. Me gusta jugar con los lugares comunes, vuelvo a insistir, es mi obsesión entenderlos más que usarlos. Confíe en el criterio de mi compañero y programó en el reproductor “Shine in your crazy diamond”, que se conforma de siete partes. Me identifiqué con la banda porque me gusta la naturaleza de las historias, me emocionan los preámbulos, desarrollos y finales.

Pero lejos del oportunismo en que sucedió la situación ¿qué momento estoy viviendo que realmente se refleje con Pink Floyd? Supongo que es el camino que emprendí hacia mi propia autenticidad en varios sentidos. Y a expensas de lo que se ha dicho de ellos y uso de referencia, Pink Floyd es una banda con una propuesta original que marcó una época tanto en lo social y lo musical.

¿Y que trasciende hoy en los mares de la sobreinformación y en la infinidad de propuestas? Pregunta difícil, y respondo desde el temor del valiente, lo que es de carácter universal, y lo que viene desde el interior. También incluyo las premisas de Trombo, el valor de pocos de sostener sus creencias personales bajo la inconformidad del sistema en vigencia, y la lucha de los aguerridos, la libertad de expresión.

Admito que mi viaje está recién iniciado, todavía me falta camino. Algunas premisas se diluyeran, otras nuevas aparecerán, y todo en la vida tiene vigencia. Estoy sobre las primeras páginas, el final no lo sé, pero como lo he dicho anteriormente, lo importante está en el camino, no en el principio y ni el final.

Es común en mí, suelo abordar las generalidades racionales y hago muy poca alusión a los sentidos. De hecho en el viaje inducido me concentré más en las vivencias físicas a manera de reporte, que en dejarme llevar por una situación o pensamiento. No llegué al grado de las alucinaciones pero me perdí en las atmosferas, en la textura. Sentí que era una partícula que viajaba a una gran velocidad entre el infinito de los acordes. Como una pasajera en tránsito perpetúo a la Charly García sobre los colores de la música, sobre las diferentes emociones que emanaban de cada nota, con una ansiedad de perderme con el universo.

Y en esa fuga escuchaba una voz que me decía –¿escuchas a Dios?-, y yo busqué a Dios.

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