jueves, 14 de enero de 2010

Una historia en deuda. Parte 1.

“Soy un genio estéril, en este mundo se lee o se escribe”, está frase pertenece a uno de los personajes de Umberto Eco en la novela “La Misteriosa Llama De La Reina Loana”. Lo mismo pasa conmigo, leo mejor de lo que escribo. No confío en mi talento para escribir. Sin embargo algunas veces me veo orillada a hacerlo, ya sea por necesidad personal o como sucede en este caso, por una deuda. No quiero confundir a nadie, no me estoy disculpando por mí falta de talento, lo que pretendo es que quede claro que este texto es una deuda.

Esta singular deuda la contraje de la manera más ingenua, fui traicionada por mi curiosidad. La ansiedad me ganó y por leer una historia me comprometí a mostrar otra de mi autoría. Cuando el texto llegó a mis ojos lo recorrí rápidamente sin detenerme, ni siquiera las comas lograron ponerme jiribillas en el camino. Sólo hasta el punto final fue consciente que había empeñado mi palabra. Generalmente leer no endeuda, al contrario libera. Pero hay historias que comprometen más que otras por su naturaleza privada, esta era parte del diario de viajero de un buen amigo y sin duda relataba algo más íntimo que simples anécdotas, era una historia de amor.

Una historia por otra historia ¡qué listo salió el hombre! Podría boicotear el compromiso, ya que nunca pago apuestas y pocas veces cumplo promesas, digamos que soy una traicionera. Si me leyera Woody Allen estoy segura que sonreiría con una mueca de superioridad y levantaría los ojos, como diciendo: yo nunca me equivoco y conozco la naturaleza de las mujeres. Sin embargo para su pesar y de los que concuerdan con él está vez escribiré esa historia, cumpliré mi palabra.

¿Qué lleva al pecador, al tramposo, al traicionero, al fugitivo a aceptar las condiciones y rendirse? ¿El arrepentimiento? Y ¿qué es el arrepentimiento? ¿Reconocer sus faltas? O quizás el arrepentimiento no sea más que una negociación, porque el faltante sabe que ahora la contraparte le ofrece algo que le conviene, algo que necesita. Por esas mismas razones estoy aquí redactando mi historia de amor.

Es una tarea difícil porque desde hace tiempo no tengo ninguna. Varias personas de las cuales se dice que me estiman, me hicieron ver que protagonizar varios papeles de Julieta a la vez y en tan corto tiempo, pronto me llevaría a la locura porque mis emociones ya estaban muy desgastadas. Así que después de que amarraron las manos, me encerraron en mi pieza y me lavaron el cerebro con sus ideas, estoy dada de alta pero sin una historia de amor con la cual poder pagar.

Mi amigo me dijo que sus relatos son para él una guerrilla contra el olvido. La vivencia se vuelve historia, la historia se tiende a olvidar; y en un texto solo guardamos aquello que queremos que no se extinga. Los recuerdos son como impresiones fotográficas, de la cuales el tiempo se encarga de borrarle las emociones con el mismo arrebato con el que el viento esparce el polvo.

Desde esa perspectiva yo puedo negociar y cumplir mi palabra. Todavía tengo una historia bajo la manga, nunca hablé de ella.

Mi historia tiene 404 días como esqueleto; Como cerebro tiene al amor, como corazón a la pasión. Sus músculos los conforman risas estruendosas, lágrimas amargas, miradas fulgurosas, tactos tímidos. Sin embargo siempre va vestida de enigmas, de profundos silencios y distancias sobrias. Quizás porque nació bajo ningún compromiso y desde el principio se esconde de los otros. Es una historia a voces que prefiere la oscuridad a la luz, la soledad a la compañía. Y sin embargo aún arde dentro de mi memoria.

Continuará….

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