Por ahí alguien dice que mi última frontera, la última puerta, el piso más oscuro... es mi rebeldía. Dice que una vez cruzando esa frontera se llega a la verdadera yo, sin corazas, medias verdades, y mudas omisiones.
Puede ser que mi rebeldía venga un poco retrasada, o también puede que la haya elegido sobre todas las armas para seguir cuidando mi caparazón. Pero más allá de una protección creo que mi rebeldía es la respuesta a otra cosa; al hecho de estoy viva, que aún siento, que puedo decidir, y que sé a donde no quiero ir.
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