sábado, 15 de diciembre de 2007

Las Justificaciones de la Pendeja

Hay una que canta de Luz Casal que se dice más o menos así:

“Voy por la vida hilvanando traspiés como una estúpida y cada día yo pienso esta vez, será la última. No sé qué hacer, no sé cómo evitar ir por el mundo así, siempre dispuesta para tropezar lo mismo aquí que allí”

¡Exacto! Mi canción.

En está vida o eres un desgraciado o eres un pendejo y depende de la intención. El desgraciado comete actos con toda la intención posible para dañar al prójimo, en cambio, el pendejo hace las cosas “porque se le van”; y de todos modos, como marca la ley de la vida, los dos merecen un castigo, a una acción una consecuencia ¿cierto? Da lo mismo, lo hiciste ¿ahora como lo deshaces? Alguna vez me dijeron que las buenas intensiones no tienen ningún valor en la práctica, es más ¿para qué sirven las buenas intenciones si se quedan en eso? No te salvan ni te justifican. O sea, el hecho que seas un pendejo no te redime de ningún castigo, pérdida o consecuencia.

Exacto ¡Soy una pendeja!

Y es algo que no me causa pudor, las cosas como son y más de uno ya se dió cuenta. Otra vez tengo una listilla de gente en conflicto conmigo. Siempre hago lo mismo, sin maña, lastimo a los demás. A veces pienso que un día se me va a acabar la suerte y me voy a quedar sola, porque digo ¿Sino más daño , entonces por qué siguen conmigo? ¿Si soy una persona que hiero, entonces porque tengo amigos, novio y gente que se preocupa por mí? Creo que por eso, por pura pinche suerte.

Y en este mundo pesa más lo que hace y piensa la mayoría, porque resulta que entre más coincidencias existan, más cerca de la verdad nos encontramos. Entonces ¿La del problema soy yo?

Exacto ¡La del problema soy yo!

Alguien alguna vez me dijo que yo carecía de sentido común. No pagué ningún análisis de personalidad para que le dieran al clavo. Eso es cierto. Algunas veces sé que es lo que sé tiene que hacer, porque mis padres cumplieron su tarea, pero justamente ahí, en ese punto, donde quiero pensar con autonomía… ¡ya me chingué! Porque mi lógica me dicta a la inversa, y en eso, me “llevo entre las patas” a los demás.

No hagas cosas buenas que parezcan malas. La mejor manera de no arriesgar el pellejo es cumplir con la lista de lo que “se debe hacer”. No hagas cosas que no quieres que te hagan. ¡Si tan sólo esos principios aparecieran cuando de verdad los necesito!

Ya sé donde se torció el rabo. Siempre tuve miedo de romper reglas, lo que decían y lo que creían los adultos, era la Biblia para mí. Pero un día crecí y no sé cuando y ni cómo, deje de creer y cambié. Y desde entonces he vivido en conflicto, porque todos los días veo como me alejo más de la fui. Todos los días me acerco más al borde , quizás la libertad me quedó grande.

Ni modo, a asumir. Es lo único bueno que tengo, que como buena existencialista me obligó a hacerme responsable de mis actos.

Y a todos esos que lastimé por mi manera de ser, les deseo que “Dios les ponga besos, cuando yo les duela” (Rosana)

Ahí les dejo la rola con las niñas fresas de flans…

No hay comentarios:

Publicar un comentario