Hoy leía la sección de cultura de un diario de 1992. Si, cuando el TLC no se firmaba, el grupo Garibaldi representaba a México en un festival cultural en España y Salinas de Gortari todavía era Presidente de México, por cierto también en esas fechas Mister Bush padre fue invitado a Japón y vomitó en plena cena.
Bueno, para no darle más vueltas me encontré con un articulo de un escritor tapatío que no recuerdo su nombre porque mi memora estaba más atenta a la última historia que relató, era sobre la chica estrepitosamente bella que conoció por primera vez.
No, no me parezco a ella, porque no tengo los ojos verdes intensos y tampoco la figura perfecta para entallarme en vestidos llamativos, con la aclaración anterior lo que si puedo decir es que parecía que el autor estaba revelando mis secretos cuando hablaba sobre los de ella.
Había en la nota una parte muy inquietante que decía: “Era misteriosa. No dejaba ver a sus pretendientes su verdadera personalidad, porque quería que ellos la vieran de la misma manera en que ella se veía, porque a pesar de querer parecer una mujer corrida, no era más que una virgen profesional”.
No pude evitar proyectarme, era yo esa Catalina que estudiaba derecho cuando yo quizás ni nacía. Ya había una mujer envuelta en sus propias trampas antes de que yo tejiera las mías.
Irónico paralelismo, dos mujeres de realidades completamente diferentes que nunca coincidirán en el mismo punto, pero viven bajo el terrible hechizo que provoca querer ver a otra en el espejo.
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