miércoles, 27 de junio de 2007

Las comiditas

Cuando era niña ir a la casa de abuela por las tardes noches, era lo mejor que a mi y a mis hermanos nos podía pasar. Para nosotros era lo suficientemente grande para correr por los pasillos, convivir con mascotas y jugar a las comiditas.

La abuela desde siempre ha tenido plantas de todo tipo por doquier, entre de las que me acuerdo figuran los geranios, crisantemos, camelinas, aves de paraíso; hasta la fecha también tiene dos árboles, uno de limones y otro de manzanas ácidas, que con limón, sal y chile, saben a gloria.

Uno de mis juegos favoritos era jugar a las comiditas, debido a la cantidad de material que podía usar para el juego, y esos ingredientes sin duda eran las plantas de la abuela. Era regla de oro solo recolectar las hojas secas y plantas marchitas, pero bueno, a veces un platillo necesitaba una decoración extra y pues las flores frescas eran una muy buena opción.

Las hoja secas remojadas pintaban el agua y eso se convertía en la imaginación, es una sopa o un caldo. Por lo general las hojas frescas representaban a las tortillas y los pétalos de flores secas a la carne. Y así, se me iba parte de la tarde jugando a las comiditas. Otras veces tierra con agua, plastilina, papel, también ayudaban al menú.

Esto viene a cuento, porque hoy me di cuenta que cuando cocino no lo hago con el deber de preparar alimentos, sino de jugar a las comiditas. Soy nueva en esto de la cocinada, entonces cada platillo representa un reto. El hecho de combinar ingredientes, manejar el fuego, atinarle a la cantidad exacta de sal y hasta adornar platillos para mi es completamente lúdico.

Creo que voy por buen camino, la madre de un amigo en una cena me heredó un consejo que le dio su abuela: “Los hombres deben pararse satisfechos de dos lugares, la mesa y la cama”.

Y en los dos lugares lo que más me gusta es divertirme, porque como se mueve, se debe de batir, jajajajajajajaja.

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