Inventario.

Hace un año ya que tuvimos la mala suerte de encontrarnos en el camino y nos sentimos dioses cegados por nuestros egos y quisimos jugar a lo imposible, tú y yo nunca hemos sido uno.

Y odio recordar, recordarte y es cuando maldigo mi buena memoria, agregándole el hecho que perezco en la melancolía. Es por eso que cuando me encuentro en la vuelta de la esquina, en la parada del bus, en las canciones del radio, en las sonrisas de las personas a todas aquellas piezas que hilaron nuestra historia, vuelvo atrás sin quererlo y sin pedirlo.

Y hoy hice una lista de las cosas que me dejo tu relación, ni buenas ni malas, simplemente fue lo que quedo después de ese torrido sentimiento que nunca supimos que fue.

Después de ti me di cuenta que no me gustan los cigarros cubanos. Demasiados fuertes, se consumen pronto y dejan un sabor tremendamente amargo. Mi aversión por la trova creció.

Sumé nuevas palabras a mi vocabulario como coyuntura, fascismo, demagogia, falacia, radicalismo. Ahora gracias a ti, deseché de mis discursos palabras adornadas, complicadas porque a los tuyos nunca le entendí y yo quiero ser clara. Me deshice de las palabras huecas, aunque debo de confesar que aprendí la combinación perfecta de palabras engañosas para evadir respuestas concretas y confundir con una verborrea precisamente conjugada las dudas de los demás.

Deje de creer en las promesas de las mañana te hablo, cuando venga te busco, si te veo platicamos. Así como también en tus yo te quiero mucho, eres especial para mi, mis actos hablaran por mi sentimientos, tu amistad es importante bla bla; ya sé a que lado se mira cuando se miente y te aprendí el oficio, deje de decirte lo que realmente sentía por aquello que realmente me funcionaba.

Desarrollé una nueva hipótesis que dicta que las relaciones no se construyen con títulos (de novios, esposos, frees, amigos), sino con los compromisos pactados entre las dos personas, que no deben de existir las suposiciones sino los acuerdos. También perdí mi fobia a besar y soy más accesible que antes. Mi cinismo fue tal que fue una cómplice más para romper tus votos de fidelidad. Mi reputación quedo entre dicha por tu compulsividad usarme como pretexto para justificar tus aires de Don Juan y sabes, ahora ni a ti ni a mi nos creen.

Me gané varios enemigos y mis amigos dejaron de creer en mi, a tal grado que cualquier acto que realice pareciera ser una pequeña venganza que te propino y sabes, no es así. Tu presencia no es condición para mis acciones, de igual manera estando tú o no, me pondré ebria, bailare colgada de alguien más y quizás termine besándolo.

Nadie me cree que no sienta nada por ti, si antes creían que era invulnerable ahora consideran que soy una tremenda dependiente y todos son mis actos son juzgados así: si siento algo por ti, estoy loca. Si te hablo, soy una masoquista. Si te veo y te saludo, no tengo fuerza de voluntad. Si escribo sobre ti, estoy locamente enamorada de ti. Pero porque no mejor decir la verdad y decir que estoy locamente odiándote, tu nombre me enerva.

Es un hecho, después de ti no soy la misma. Aprendí cosas buenas pero también unas muy malas. Me cansé de vivir en ese mundo de ideales que querías que comiera como papilla, desgastaste mi Fe en ti y fuiste tu quien me enseño a verte las fallas de fabricación, a no mirar mas que tus defectos… un saldo muy pero muy triste.