miércoles, 18 de octubre de 2006

Sobre el miedo.

Existen en la vida momentos cruciales de carácter azaroso que suelen aparecer en los momentos en que menos lo requerimos, porque si nuestra vida parece la más desgraciada con asuntos cotidianos ¿Cuál es el afán del destino de ponernos en aprietos que nos implican un razonamiento mayor al que estamos acostumbrados?

Así le sucedió a Juan Hernández que no tenía nada de especial más que ser uno de esos tantos con el mismo nombre que ayudan a contar anécdotas simpáticas de los registros oficiales de la identidad. Aquel hombre con una vida pasiva y pocos conflictos debido a su personalidad tímida le temía a todo pero así era feliz, porque a veces es más fácil adecuarte a las disposiciones de los demás que preguntarte por la tuya.

Sin embargo y para su mala suerte uno de esos momentos azarosos lo vino a encontrar cuando después de haberse deleitado con un plato rico en carbohidratos a base de pollo agridulce y arroz frito abrió la galleta de la suerte (irónico) y leyó en letras negras los deseos que el destino tenía guardado para él. Aquel papel que por cierto estaba escrito en Inglés y tradujo con problemas decía “Nunca más volverás a tener miedo”. En vez de tomárselo muy en serio como lo requiere la tradición de los fervientes creyentes a las galletas de la suerte, Juan se rió y la sabiduría china se vengó de él, le cumplió la profecía.

Si el León del Cuento de Mago de Oz se enterara de la facilidad con que este Juan se quitó el miedo de encima es muy seguro que primero blasfemaría por su mala suerte cagandose en cualquier objeto religioso ¡hasta en el mismo Dios!, pero después de su catarsis es muy seguro que lo miraría con envidia, de la buena obvio ¿Quién no quisiera vivir sin miedos? Juan no, el no quería pero le tocó.

Parece que nuestro amigo Juan no es una persona normal por no desear dejar de sentir miedo pero es más común y corriente que nosotros, solo que no sabe vivir sin tener a algo que temerle, porque así es la vida, porque así se controla la sociedad.

Maquiavelo se lo aconsejó a César Borgia “es bueno ser querido pero también ser temido” principio que en la religión es fundamental por más que se trate de convencer que Dios es un ser compasivo, uno no deja de pensar en el castigo por ignorar las leyes divinas ¿acaso la desobediencia no se paga con el infierno? ¿acaso el infierno no es un lugar escabroso lleno de sufrimiento?

Tener miedo no necesariamente significa obtener respeto, pero es la vía más accesible para conseguirlo. Al igual que una madre advierte a su hijo dejar de hacer travesuras por la reprimenda que su padre puede administrarle, de la misma manera un dictador sentencia a un pueblo a acatar sus disposiciones y se inventa una serie de reglas como el toque de queda, la tortura, la cárcel y hasta la misma muerte.

Aunque el hombre esté a la cabeza en la cadena alimenticia y se le adorne con adjetivos de tener un espíritu libre, creativo y audaz, su talón de Aquiles siempre será el miedo. Esa sensación nos lleva a detenernos, a ser cautelosos y a veces hasta paralizarnos. El miedo puede ser una creación mental pero también tiene resonancia física, me atrevo a afirmar que todos conocemos el miedo, ya sea el que se produce ante una reacción a lo desconocido o aquel que es más pasivo por ser infundado.

Los que quieren dominar al mundo saben que tienen que crear el miedo: alimentarlo, exagerarlo e infundirlo; y ejemplos hay muchos. Si le preguntan a Andrés Manuel López Obrador porque perdió las elecciones es seguro que primero maree a su interlocutor sobre el complot y la corrupción en las Instituciones Electorales del país, para después pasar a lo que le llamó “la campaña del miedo “ que sus adversarios infundaron sobre su persona a tal grado que hasta “nuestra querida Elenita” sufrió las consecuencias de afrontarlo.

Lo mismo con George W. Bush que se impone en el miedo oriente con tanques de guerra, aviones silenciosos, bombas inteligentes y defiende a su intervención por un deber extraordinario que tienen los Estados Unidos de salvar el mundo de los tiranos, mientras aumenta la credibilidad en su país prometiendo que lo va a defender de los ataques terroristas, las bombas líquidas en los aviones y el ántrax en la correspondencia.

Y así podemos seguirle sucesivamente con el Chupacabras para distraer la atención de los mexicanos en medio de un hervidero político hasta la leyenda de la Llorona para hacer que los bohemios de antaño llegarán más temprano a sus casas.

El miedo tiene muchos rostros, demasiados motivos para invadirnos. Y es un gran titán al que no podemos vencer, porque cuando nos damos cuenta de su existencia parece que se crece hasta el grado de dominarnos y dejarnos en la entera pasividad.

Es una herramienta de control de los demás así a nosotros mismos cuando desean coartanos o de nuestros propios miedos, cuando no nos permitirnos vencerlos. Es que si este Juan no viviera con miedo ¿entonces cómo conduciría su vida? Si es un hecho que en la libertad abosulta no se puede vivir.

1 comentario:

  1. me gustó tu texto...
    así de lacónico es mi comentario

    besos
    enrique//arrambides

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