lunes, 3 de julio de 2006

Patria contigo en paz estoy.

Tengo tantas cosas que decir que las ideas se atolondran en las yemas de mis dedos al momento de mecanografiarlas, no sé por cual empezar o cual seria la frase exacta para abrir el escrito, quisiera dejar a la espontainedad quien formara este texto pero tengo miedo que no sea cuerdo o poco preciso para describir todo lo que quisiera compartir.

Hoy es 3 julio, por fin el día después del gran día, al que estuve esperando desde noviembre desde dos trincheras, por un lado la del que aspira a ser candidato y monta toda una campana electoral y por otro, la del arbitro al que le toca organizar las elecciones, del primero he hablado antes y se ha quedado atrás, ahora es la adrenalina del segundo el que me inspira para escribir.

“En caliente” como popular se dice, me aventuré a ser parte del ejercito de ciudadanos que se llaman “Capacitadotes Electorales”, que somos personas encargadas de organizar los comicios electorales al menos en dos o tres secciones, su trabajo consiste en reclutar ciudadanos del 10% inscritos en el padrón electoral para funcionarios de casilla, es decir, para recibir y contar el voto de sus vecinos. De esos al menos conmigo 49 debieron ser capacitados e instruidos en la manera de llevarlo acabo.

Fueron meses intensos de recorrer todas las calles de mi colonia, conocer a mucha gente, convencerla para participar, lidiar con perros, con el cansancio, controlar a la frustración, llenar formatos administrativos, de tener en la punta de la lengua a la ley electoral, de ser amables, concisos y siempre estar disponibles a la voluntad de los demás, de fines de semana atascados de trabajo, de horarios flexibles, de trabajar muy temprano y muy tarde y sobretodo reponerse a las negativas, las malas caras y los malos tratos.

La segunda etapa consistió en fungir como instructores, preparar capacitaciones, ser pacientes, contestar dudas, repetir lo mismo las veces necesarias para que fueran entendibles, convencer a los demás para comprometerse con una función específica y soportar pretextos absurdos para evadir un compromiso civil.

Al final, prever el espacio necesario y el material electoral. Fue un martirio entregar paquetes electorales con una gripe marca diablo, contar más de 4 500 boletas una por una y armar y desarmar 7 mamparas.

Someterse a simulacros telefónicos desde las ocho de la mañana, estar pendientes al celular porque se vive sin horario de trabajo, cargar mesas, sillas, cajas etc. Todo eso hasta que llego el día de las elecciones.

El 2 de julio para mi empezó desde las seis de la mañana, salí con la mochila preparada y a montar las casillas, integrar a los funcionarios, recibir a los ciudadanos, resolver problemas cada 15 minutos, caminar de una sección a otra todo el día, lidiar con representantes de partidos políticos, comer poco, dar ordenes, vigilar, reportar incidentes y al final ayudar a llenar recibos y recibos para la entrega de paquetes electorales, a las dos de la mañana llegue a mi casa.

Sin embargo hoy desperté contenta y satisfecha, porque me siento protagonista de esta historia de México y no solamente una observadora pasiva. Esto es así, al final de las experiencias llega el momento de reflexión y no se puede evitar ser melancólico.

La responsabilidad que tuve en mis manos no fue poca, siempre estuve consciente que lo que hice o deje de hacer iba repercutir en el derecho de al menos de 4 500 vecinos míos y de los candidatos a elección, además de siempre estar expuesta a demandas jurídicas por la naturaleza del trabajo, de servicio al público.

Sin embargo las satisfacciones son mas gratas al final que todas las frustraciones que viví. Entre mis compañeros de trabajo encontré un ambiente solidario conmigo, de ser humanos íntegros con los que siempre pude contar y confiar. Entre mis vecinos conocí a personas con responsabilidad social, amables, civilizadas, comprometidas, que siempre me trataron respetuosamente.

No importa lo que haya ganado monetariamente como servidora publica, lo más importante para mí en este momento es todo lo que gané como persona. Fue una experiencia que me hizo descubrir muchas cosas en mí, tanto cualidades y defectos. Sobre todo que me permitió vivir de cerca un proceso electoral, algo que hasta ahora puedo decir que pocas personas se atreven hacerlo.

Sé que mis palabras pueden escucharse soberbias para aquellos oídos que no tienen idea del esfuerzo que se hace para organizar unas elecciones electorales, como también para los otros que nunca se han comprometido a participar.

Para estos renglones puedo confesar que he escrito bajo la influencia de unas copas de vino tinto jajajajaja, pero aun así me hago responsable de lo que he dicho.

Quiero terminar diciendo algo: “Patria en paz contigo estoy, la voz del pueblo se hizo escuchar y que gané el que tenga que ganar"

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