sábado, 3 de junio de 2006

CON- versar.

Hay situaciones en la vida que son muy incomodas, como encontrarte con un conocido o viejo conocido y darse cuenta que la conversación no avanza de los lugares comunes; ¿Cómo estas? ¿Qué has hecho? ¿Qué dice la Familia? ¿Cómo estas de nuevo? Y hubieras deseado mejor no verlo jamás, porque de esa manera no forzarías la conversación.

Personalmente me chocan las conversaciones secas y sobrias. Me resulta repugnante que completen tus frases con otro tipo de lugares comunes que van desde “el que bueno, que chido, órale, que mala onda, pues si, no y si” y nunca salgan de ahí. Entiendo que hay veces en que la conversación simplemente no fluye y punto, pero hay personas que parece que no tienen cerebro o capacidades comunicativas porque nunca pasan de ahí, pero en fin.

Sin embargo hay otro tipo de personas que me resultan buenos conversadores. Aquellas pláticas que son como una aventura, porque siempre sabemos de donde vamos a partir pero nunca a donde vamos a llegar. Para una muy buena conversación se requiere que al menos entendamos la mayoría de códigos lingüísticos de nuestro interlocutor, exista cierto grado de simpatía por el otro, sepamos escuchar como también opinar y sobretodo que haya interés por conocer las ideas del otro.

La conversación es cuestión de química y no con todas las personas llega a suceder, pero es sorprendente cuando no te das cuenta de cómo pasa el tiempo porque te ríes, juegas, te pones pesado, criticas, reconcilias y defiendes tus argumentos. Eso me pasa con el “amigo cosa” (jajaja, bautizadísimo). La otra vez él hacia una lista de la cantidad de tópicos que me hemos tocado y el resultado fue el siguiente:

Filosofía
Democracia
Gael García
El rock
Su compañera odiosa
Los tipos a los que odio
Mis amigas
Los pendejos
Las comidas
Las fotos
La voz, nuestra voz
Los mapas erógenos
Tipos de depilación intima
etc etc etc

En el libro, “Más allá del Bien y el mal” de la autoría de Nieztsche aparece una frase muy pero muy precisa a pesar de que el tipo era un misógino, decía que más que fijarte en la belleza de la mujer con la que te vas a casar pusieras mas atención sobre si puedes sostener una buena conversación con ella. Para Nieztsche era más importante la capacidad de conversación antes del sexo y el amor.

Para con-versar se requiere de talento, el prefijo con da la idea de acompañamiento, versar, la idea de hacer versos… conversar. También es hacer una conversión de las ideas al lenguaje para comunicar, con la misma estructura que comulgar, y otra vez con el prefijo con, que sirve para conocernos y re-conocernos en el otro. Si se dan cuenta las propias palabras dan la pauta, para concluir que la conversación, capacidad propiamente humana, siempre es entre mínimo dos y sirve para saciar nuestra soledad existencial en cuanto nos ponemos en contacto con el otro a través del diálogo.

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