Aunque tome cerveza, me sepa de memoria el “Vals del obrero” de Ska-p, viaje en transporte público, prefiera acampar que llegar a un hotel o deleite mejor unos tacos de tripa que un platillo de la ultima receta de la cuisine fine; caminando por los centros comerciales con dinero en la cartera y tarjeta de crédito, me convierto en una compradora compulsiva.
Parece que en esos pasillos de ensueño y grandes ventanales hasta los comunistas se les olvidaría que es la famosa sociedad del consumo, una de las hijas del capitalismo, quienes los invitan a comprar. Los religiosos también dejan de lado los preceptos de austeridad que siguió Jesús super star y se regocijan en uno de los Siete Pecados Capitales, la avaricia.
¿Pero cómo resistirse al par de zapatos más trendy que hayas visto en tu vida? ¿A la bolsa con diseño exclusivo que le cabe todos los accesorios que necesitas? ¿A una falda negra, gitana, larga que moldea la figura? ¿A los aretes más originales en el aparador? Esas preguntas creanlo, para una mujer resultan ser a la hora de las compras más complejas que una de las más famosas ¿Dios existe?
El lado más soberbio es cuando te las pruebas, te miras al espejo y piensas en todas aquellas que te diran ¿qué bien te ves, que chida #### , donde la compraste? En ese caso yo respondo – Gracias, a poco no es la onda. La compre en #### y no sabes cuánto me costo!-
Porque hay dos tipos de mujeres compradoras. Aquellas que gastan sus millonadas en ropa y accesorios out of fashion o las inteligentes, que con poco son capaces de conseguirse todo un guardarropa super cool.
Al final este juego entretenido no resultan ser más que superficialidades. Porque los modelitos cambian cada temporada, la ropa se desgasta y por como dice el dicho “aunque la mona de vista de seda, mona se queda”.
Y no nos vaya a pasar como la tipa tremenda cadera, bubbi, pantalones pegados que iba muy coqueta caminando el día de hoy por el Mall y sus lindos zapatos tacones altos, la traicionaron. Azoto como res (jajajajaja)
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