martes, 28 de febrero de 2006

Las palabras

Tenía doce años cuando tomé un libro de literatura formal por primera vez, sin ilustraciones, con letras pequeñas y demasiadas páginas. Era el de Mujercitas, y seguía con pasión todas las líneas y fue Joe con la que me identifiqué. La mayor de las hermanas, aquella que soñaba con ser escritora y ayudar a su madre.

Creo que desde ahí empezó una pasión por las letras, las historias y las palabras. Doce años después la revisión de textos no ha variado. He leído infinidades de aventuras, he conversado con varios autores desde la novela hasta el cuento, la poesía y últimamente, el ensayo literario.

No me jactó de ello, cada vez que voy a una librería o leo una revista literaria me quedo pasmada ante la cantidad de libros que me quedan por conocer, sin embargo, en vez de desalentarme me anima, porque sé que a esta pasión le quedan aún todavía muchos leños por arder.

Hace unos días encontré en la biblioteca personal de mi padre un libro bastante disfrutable, un compilado de ensayos de Mario Vargas Llosa, Entre Camus y Sartre. Entre su paginas halle una frase que me conquistó y no pude evitar marcarla sobre las demás con un marcador fluorescente, decía Camus, yo soy un artista porque pienso según las palabras y no según las ideas.

Esa oración que puede parecer escueta, resumía concisamente a esa pasión que he hablado con anterioridad. Aprendí a admirar a las palabras desde que leí de Alex Grijelmo La seducción de las palabras. Ese libro hablaba sobre la semántica de las palabras universales que sirven para llenar escritos completos sobre el amor y la poesía, de otras que se adornan con términos rebuscados para parecer difíciles y las que son las favoritas de la publicidad; todas con la finalidad de atrapar al lector y envolverlo en sus imágenes metafóricas.

El lenguaje es una de las capacidades del ser humano que lo hace superior y diferente a los demás animales terrestres. Hasta la fecha, la necesidad de comunicarnos ha sido indispensable, por algo estamos viviendo la revolución de la comunicación, donde la informática nos ha permitido romper fronteras, esquemas y concepciones sobre el tiempo.

Los hombres y mujeres somos racionales porque estamos conscientes de nuestra realidad, en nuestro cerebro a través de procesos eléctricos y neurológicos se producen las ideas que se conceptualizan en palabras de las cuales, se supone, para la mayoría tiene la misma significación. El bebe aprende a entender los objetos y los sentimientos, les pone un nombre para que sus necesidades sean atendidas por los demás a su alrededor.

Las palabras tienen historia. Cada una carga con una fuerte significación a veces desconocida y evolucionan según la época. Las palabras tienen limitaciones, tratan de dibujar los conceptos, pero siempre queda algo que decir. Por eso existen frases comunes que describen la cantidad de amor en relación con la distancia de las estrellas más lejanas, “te quiero desde aquí hasta las estrellas”.

A pesar que fueron concebidas para hablar de lo que pensamos también funcionan para engañar, para no decir nada, para sacarle la vuelta a las cosas. Por algo en la letra de Aranjuez se puede escuchar “dulce amor, se que hay palabras huecas en el mar que nadie las escuchó con atención, pero esas palabras oh mi amor, suenan al corazón(…)”

La dimensión objetiva de nuestras expresiones queda en nuestra conciencia, utilizamos esta herramienta de la manera que mas nos convenga, porque al final, siempre han servido fielmente a los intereses del hombre.

Unas dulces palabras te pueden condenar al más tormentoso de los amores, al más vil de los tratos y a tu propia condena. Sin embargo, hay que decirnos con palabras lo que sentimos, porque los actos nunca las han abandonado, son su fin ultimo, su concepto hecho realidad.

Por eso vivo al acecho de figuras metafóricas en toda clase de discursos. Aquellas compuestas con las palabras precisas que hacen bello y sublime aquel cuadro de significados. La piel se pone de gallina cuando escuchas entonando a un Jaime Sabines los cuarenta días y quinientas noches, Cuando una Gioconda Belli escribe en una poesía cuidada que no tiene las nalgas de Cindy Crawford, un Perez-Reverte, habla de una traficante mexicana desdoblando su existencia, etc.

Es por ello que las palabras son mi refugio, mi hobbie y escape; cuando considero que hay cosas que no debo de callar.

1 comentario:

  1. Pues sí, estoy de acuerdo contigo: la palabra nos hace humanos.
    Muy interesante tu blog. Me pasearé por aquí más a menudo, y quién quita, hasta podamos compartir un café.
    Saludos cordiales.

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