domingo, 12 de septiembre de 2010

Reflexiones de una quinceañera acerca del amor

¿Qué es el amor? ¿Es acaso un sentimiento gordo, pesado, alimentado por sentimentalismos vanos? ¿Un anhelo constante e inalcanzable? ¿Una charlatanería de la literatura y de las religiones? ¿Es la estrella de un circo, el producto maravilla del mercado? ¿O es una virtud? ¿Una cualidad humana? ¿Es Dios o la trampa más astuta del diablo?

¿Cómo es el amor? ¿Cómo se siente el amor? ¿Todos los humanos son capaces de sentir amor? ¿Hay diferentes tipos de amores? ¿De qué se alimenta el amor, de humildad o de vanidad? ¿Se ama incondicionalmente? ¿Cuántas veces se ama en la vida? ¿Es verdad que el amor más puro solo se concibe en una relación de padres a hijos, y viceversa? ¿El amor entre un hombre y una mujer existe? ¿El amor es temporal o es eterno? ¿Se es capaz de amar a un dios que dice que nos ama?

¿Quién se atreve a contestar las preguntas? ¿Quién me dirá la verdad, quién dará razones erróneas? Supongo que el amor es difícil porque es una experiencia individual que se construye a base de experiencias, y porque también se alimenta de la continúa tensión que define al hombre, la constante lucha entre la virtud y la pasión. Se dice que el amor se siente con el corazón y no con la cabeza, ¿por qué amar en vez de hacernos más fuertes, nos hace vulnerables? ¿La razón es opuesta a los sentimientos?

Invariablemente es un tema que arroja muchas preguntas. El amor y los temas sobre él, son los más populares y discutidos en la sociedad. Y lo que más me sorprende es que no importa la nacionalidad, la religión, o la época, algunas conclusiones parecen las mismas.

No me aventuro a afirmarlo, pero si considero que el amor hacia una pareja, es una experiencia que la mayoría de los humanos han vivido. Y aunque por tratarse de emociones humanas que no tienen un método exacto para comprobar su existencia o sus reglas, nos atrevemos a construirlo.

Y tomo el atrevimiento de compartir mi construcción sobre lo qué es el amor hacia una pareja, que supongo no arroja nada novedoso, pero parte de mi experiencia tanto sensorial, filosófica y anecdótica.

Después de algunos años y uno que otro daño, por fin entendí la diferencia entre enamoramiento y amor. Eso no es nada nuevo, hasta José José en una de sus canciones más celebres hace una diferencia entre al amar y el querer. El amar es la entrega incondicional, el querer es la fugacidad de la pasión. El enamoramiento creo que es únicamente una trampa para el apareamiento, para cumplir con la misión intrínseca del ser humano, la conservación de la especia sobre cualquier ideología política, tiempo tecnológico y epidemias.

Quizás sea mi falta de sentido común, no lo entendí cuando le solamente lo comprendí hasta que lo viví. Cada vez que me veo mareada por el enamoramiento me cuestiono qué es lo que en verdad estoy sintiendo, de qué se alimenta ese impulso ¿de piedad, posesión, libertad, vanidad, orgullo, soledad, caprichos, pasión, prudencia, nostalgia? Por lo general lo clasificó en orden de importancia de la siguiente manera: vanidad, necesidad de llenar un hueco llamado soledad, y tercero, pasión.

Pero las características del enamoramiento también son parte del amor. Coincido con quienes dicen que el enamoramiento es un coctel de hormonas que es fugaz, y el amor se construye con el tiempo.

El amor, como es humano, creo que también tiene dos caras; la cara brillante representa al amor virtuoso, la cara obscura, el amor pasional. Hay un principio en la existencia del hombre y de la mujer que es ineludible, y se llama trascendencia. El amor virtuoso responde a esta condición y se construye con las cualidades del ser humano: la solidaridad, paciencia, piedad, respeto, libertad, tolerancia. Y llama al bien común, a hacer feliz por VOLUNTAD PROPIA a la persona amada. Lo puse en mayúsculas porque es una decisión personalísima, de la cual debemos hacernos cargo.

Le agregué la palabra pasional a la otra cara del amor, aunque no estoy segura del adjetivo, la pasión es el motor para llegar a la trascendencia, aunque un impulso mal medido siempre lleva al caos. Aquí encierro todos esos sentimientos humanos que nos hacen vulnerables y agresivos: los celos, la aprehensión, el orgullo, la vanidad, la soberbia, la imposición, el egoísmo.

Las relación de “amor” entre una pareja se ven influenciadas paralelamente por las dos caras. Supongo que por eso el amor es tan inestable y difícil de entender. Y se complican más las cosas cuando a esa misma relación se le agregan los anhelos, las expectativas, las coincidencias y las contradicciones. No sólo es el juego de las cualidades y defectos individuales que se ejercen sobre el otro, sino también la constante exigencia por cumplir con lo que uno espera además soportar la irritabilidad que arrojan las diferencias. Y aún así, amar y ser amado, es un anhelo profundo por el que a veces se paga demasiado.

Ante este panorama es obvio que el amor en pareja represente problemas o se conciba como un punzante dolor de cabeza. Y aunque se racionalice, vivirlo es muy pero muy diferente. Por suerte ya existen formas y modos, recetarios, libros, consultores, psicólogos que pueden aconsejar, sin embargo, creo que el reto se encuentra en interiozarlo. Hacer propia la experiencia del amor a través de la reflexión y el constante cuestionamiento.

Para mí el amor tiene un principio básico, y se llama LIBERTAD. Si no existe en mi experiencia, no hago valido el amor. Esa condición dentro de mis valores, porque también es una apreciación de mis juicios, es la más importante y porque no decirlo, la que más me cuesta. Me implica el reconocimiento de la individualidad; el respeto y al mismo tiempo la admiración por el prójimo; y sobre todo, el compromiso de COMPARTIR. Y golpea fuertemente a una zona neurálgica del amor, qué es, la aceptación de la posibilidad que en cierto momento la otra persona abandoné el proyecto. La angustia más grande del ser humano, amar y no ser correspondido.

Pero creo que el amor por una persona va más allá de contar con su correspondencia o no. Vale la pena aclararlo, no significa la sumisión o el sacrificio. Representa algo más grande que no puedo describir, podría usar la palabra armonía o fusión, es como maximizar la humanización.

Y la pregunta polémica es ¿alguna vez he amado así?, sino lo he hecho, estoy dispuesta a aprenderlo. Además que ni loca, les daría esa respuesta.

PD. Gracias a Aspasia y a Pericles por inspirarme a esta reflexiòn.

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