sábado, 2 de diciembre de 2006

Des-querer.

Los días comienzan a tornarse cada vez más helados, puedo sentir el viento frió acariciándome el rostro, estremeciendo mi cuerpo y pintándome la nariz de rojo. Diciembre llegó. Y la sensibilidad interior se vuelca a mi piel así como también los pensamientos que comienza a moverse a manera de péndulo en mi mente tratando de sintetizar mi existencia.

Navidad dicen que es el tiempo del amor, la fecha permisible para hacer grandes demostraciones de cariño, la época donde se pactan treguas entre enemigos, se reciben abrazos, se expresan buenos deseos y sentimientos sublimes. La gente se hincha de dar y recibir amor.

Me rehúso a caer en un cliché tan popular y barato. Mi intención en esta época decembrina no será querer más sino aprender a querer mejor. El amor es un valor que todos los seres humanos poseemos en diferente medida. Unos están más capacitados para darlo más que otros y existe uno que otro que puede sobrevivir con dosis muy pequeñas.

Sentir amor por el prójimo es un sentimiento tan sublime que es de tontos repartirlo sin control y al por mayor. Aconsejan que uno debe de dar con la intención de no recibir nada a cambio, yo digo que no, es de estupidos no reconocer que cuando damos amor, esperamos amor. Quizás lo correcto no es pretender recibir de más, sino lo justo.

Creo que los detalles, la atención, el acompañamiento, el perdón, los consejos etcétera, que tenemos hacia los demás deben en cierta medida de ser reconocidos porque son valiosos, porque provienen de un ser humano y obedece a los propios principios del amor.

Pero sucede que malqueremos: o damos de más o de menos a quien no le corresponde esa cuota. A veces sobreabundamos solo por un capricho de sentirnos atendidos por alguien al que no le interesa, no valora y ni siquiera se da cuenta del cariño que uno le profana.

Por eso des-querer a alguien no es tan mala idea, en vez de quererlo más ¿por qué mejor no menos? Para que todo se iguale en la balanza y no tengamos que sufrir por la pena de no sentirnos valorados. Es una regla que puede sonar egoísta pero creo que es demasiado práctica, aprender a amar en la medida en que somos amados.

¿Suena esto demasiado soberbio? ¿Se preguntan que cómo me sentiré cuando a mi me desquieran? Ya me ha pasado y si uno no sufre de dosis altas de ego, se siente una completa liberación porque el intercambio es justo y te quieren en la medida que los quieres.

El amor es el sentimiento más humano, creo firmemente en él y en su poder, por eso defiendo el mío. Y reitero mi intención de no despilfarran promesas amorosas este diciembre, sino amar a las personas en la medida justa de lo que son capaces de ofrecer.

2 comentarios:

  1. Busque sus molinos...no le quite a los ancianos ese lugar que le recuerdan quien es...beso.

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  2. Mi querido Anónimo, me la paso dandole las gracias por el soporte, la paciencia, el apoyo y el amor que me profesa.

    Sepa usted que es reciproco y no se preocupe, no dejare de ser el Quijote para convertirme en Fausto.

    Como lo dijo usted yo soy tierra, soy selva, soy humedad y no el color gris de la ciudad.

    Angeles como usted son parte de la gran suerte que tengo en la vida.

    TQM.

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