miércoles, 13 de febrero de 2008

¿Mexicanos, así o más nacos?

Hablar de la naturaleza del mexicano es tocar un tema polémico y citar a uno que otro antropólogo y a Octavio Paz, por ahí en las librerías hay un compilado de ensayos sobre la mexicanidad.


Pero sin meternos entre tanto análisis nos podemos dar cuenta de que el mexicano tiende a ser muy folclórico, aunque con ese adjetivo no me acercó ni a una pizca de lo que quiero decir, quizás naco me ayude si entendemos la palabra como sinónimo de mal gusto y poca educación.


¿Por qué lo digo? Solamente voy a citar un solo ejemplo de los muchos que guardo bajo la manga. Resulta que como parte de un proyecto de recuperación de espacios públicos, el Ayuntamiento de Guadalajara invirtió una lana en el antiguo Taller San Jacinto y lo convirtió en un parque, con canchas de voleibol, futbol, aréa de juegos infantiles y lo más bonito del lugar, una fuente que su principal objetivo es adornar el lugar y navegar barcos de control remoto.


Hace pocos días se inauguró el lugar. Para eso hicieron una invitación masiva y los medios de comunicación reportaron 5 mil visitantes ¡muy bien! Todos los ciudadanos tienen derecho a lugares de esparcimiento y creo que los parques son necesarios. Las Vías RecreActivas, La Primavera, el Parque González Gallo, el agua azul hasta los Parques de La Calma son islotes en medio de una ciudad poco menos que caótica.


Lo que no se vale es que la plaga de mexicanos nacos sientan que por el solo hecho de ser público tienen el derecho de tirar basura, graffitear, deteriorar las instalaciones y desequilibrar los ambientes, exactamente como sucedió en la inauguración, ahí van la bola de jalisquillos a transformar un espejo de agua en ¡Un chapoteadero tipo Chimulco! (Chimulco es un balneario).


Podrán decirme que soy una amargada, pero prefiero serlo a no defender el carácter estético de las cosas, creo que no es inspirador ver chapotear a jóvenes, señoras y niños, tengo ejemplos más dramáticos pero es la única que me encontré en internet y es patrocinada por La Jornada



¿A poco no somos re-nacos?

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