i-culture

Unos dicen que es mejor saber poco pero mucho, otros creen que es mejor saber de todo aunque sea poco, yo digo, que nada sé y que lo mejor es tener conocidos casi eruditos en todas las áreas. (Como Javier en el cine, Antonio en la música, Israel en la literatura, etc.)

¡Qué planteamiento tan cómodo! Sin embargo no olvidemos que si recibes tienes que dar, hay poco altruismo puro en estos días. Y ya que estamos en estos días, la otra vez pensaba el por qué en la mayoría de perfiles que uno se encuentra en la red, los cibernautas citan que dentro de sus intereses se encuentran el cine y la música, y una que otra vez la literatura.

Me llama la atención, porque desde mi perspectiva decir que tus intereses se encuentran en esas áreas te hace parecer una persona culta. Sin embargo, la vida me ha enseñado que a cada respuesta le sigue una interrogación más profunda, y es ahí donde he cachado al gato que me quieren dar por liebre o sencillamente hasta a mi me han desarmado.

Como por ejemplo, un tipo que me decía que le gustaba leer y le pregunté que leía y respondió, Men’s Healt. O cuando otro me presumía de su banda de rock y al indagar sobre sus influencias me encontré que era el grupo Mana. Digo cada quién no, ante una mayor diversidad supongo que hay más oferta en el mercado y la economía crece.

Pero una vez que pensaba sobre al asunto llegué a una magnifica conclusión tan obvia que emocioné muchísimo por ello. En el siglo XXI si vives en una ciudad con televisión, internet, cine, mucha gente y centros culturales;el cine, la música y pocas veces la literatura, forma parte de tu modos vivendi.

Es decir, cuando uno tiene la tarde libre, no hay motivo para emborracharse y se tiene dinero vamos al cine, si de plano nos da mucho flojera y hay cero varo, rentamos películas o sacamos nuestra colección pirata. Ver cine, representa una actividad primordial durante momentos de ocio.

La música es un arte un poco más accesible. Sino pierdes el tiempo viendo un canal de videos lo puedes hacer bajando música o colándote en las presentaciones gratuitas que hay de vez en cuando en la ciudad. También recorriendo la infinidad de fiestas electrónicas, bares con presentaciones en vivo, conciertos de la Fil y grupos de rock en el tianguis cultural.

Por ejemplo, escuché la novena sinfonía de Beethoven interpretada por la Filarmónica de Jalisco gratis en Plaza Tapatía, Siddesteper en la Feria Internacional del Libro, a Bessy Evans por 50 pesos en el Club Soleil, y The Hives and The Go Team por 180 en el Marlboro Mx Beat, a Mike Stern por 300 pesos en el Teatro Diana, y ha sido lo más caro que he pagado por un concierto. Y ya con eso tengo un cuadro musical bien armado.

No sé si me este dando a entender, mi intención no es presumir a todos las presentaciones a las que he asistido, sino hacer hincapié que si yo, una provinciana en proceso de educación que se vale de otras personas para adquirir conocimientos en vez de buscarlos por sus propios medios, tiene acceso a esta gama de oferta ¡imagínense las posibilidades que tienen los demás!

Sin embargo, alcanzó a percibir otra cuestión ¿el cine y la música son arte, cierto? Bueno, me aventuro mucho decir que son arte, porque me acuerdo de la Escuela de Frankfurt y las discusiones de Adorno sobre si la cultura en masa, es arte. Esa es una buena discusión, ya que claramente estos hobbies tienen sabor de bussines.

Y ahí viene lo más triste, si uno realmente no exprime estas experiencias culturales todo se reduce a un mero consumismo. Es irónico, lo podemos percibir pero no lo entendemos.

Así que todos podemos ser melómanos y cinéfilos, pero tengo la ligera sensación que solo pocos saben lo que eso significa.