lunes, 23 de abril de 2007

Me sentí una extraña, quizás una extranjera.

Hace tiempo que leí "El extrajero" del contemporáneo de Sartre, el señor Albert Camus. La trama cuenta sobre la vida de un hombre que no reacciona igual a la mayoría y por eso es fuertemente juzgado. Un ejemplo, es que muere su madre y el no tiene ningún tipo de sentimiento melancólico.
Mientras recorría las páginas, mi asombro a su extrañeza, me sumaba junto con los demás personajes del libro y antes de juzgarlo, lo que pedía es que nunca me pasara algo igual. Pero la vida es la vida, y pronto te descubres virando en caminos en los que nunca imaginaste recorrer.
El cuento viene al caso porque este fin de semana advertí algo raro en mi visita a mi pueblo natal. Me sentí una extraña, quizás una extranjera.
A mis 17, cuando me toco decidir que tan lejos me iba de la casa de mis padres (porque es un hecho en mi pequeña ciudad tener que salir a estudiar) escojí el rumbo que no estaba ni tan lejos y ni tan cerca. En aquel tiempo la palabra distancia no alumbraba ninguna consecuencia como las que padezco ahora.
No se trata de sufrimientos y ni remordimientos, pero la vida en otra ciudad poco a poco te absorbe hasta que la agenda está llena hasta en los fines de semana. Y lo que es peor, parece que te va chupando, como si fueras una figura externa que jala para que te incluyas en un cuadro surrealista, que tarde o temprano, te sientes cómodo en él.
Y cuando quieres regresar, no puedes. No importa que recorras los mismo kilómetros de regreso, el paisaje nunca es el mismo. No importa cuántas veces hables del pasado, el ayer inmediato también es pasado. No importa que tanto esfuerzo hagas para que todo sea como antes, el antes caduca cuando las personas cambian.
Me fue díficil enfrentarme a ver que para mi familia y amigos no soy más que un fantasma que a veces avisa cuando va aparecer y siempre tiene prisa por desaparecer. Que hacemos el esfuerzo por acercanos pero siempre queda algo ahí el aire. Es raro que te presenten como de otra ciudad cuando tu también viviste en la misma. Y lo más triste es que no me den tantas ganas de hablar de mi vida, porque se me hace inútil por la falta de contexto.
No sé...
Creo que nunca lo advertí....
Que él que se va una vez........
Lamentablemente no regresa.

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