miércoles, 23 de noviembre de 2005

La contaminacion del ruido blanco

Así como las guerras de baja intensidad velan el ataque civil, de la misma manera la publicidad silenciosamente sugestiona nuestras decisiones y satura los paisajes cotidianos que a diario recorremos.

La emergencia de un capitalismo moderno hace tiempo pregonaba que iba ser el libre mercado quien regularia la economía perfecta. Y se dibujaba una onda para demostrar porqué y como lo haría.

Y ahora con un mundo doliente de infinidad de problemas sociales, la dinámica del libre comercio es una realidad, aunque maniqueada por algunos con sus propios intereses políticos y económicos.

El ejercicio de la oferta y el consumo, obligó a crear estrategias de marketing y publicidad. Que no son otra cosa que la promoción oportuna de un producto o servicio al público que va dirigido de una manera novedosa y convincente.

Por lo que empresas e instituciones luchan cotidianamente por posicionarse en el “top of mind” de las mayorías y con ello aumentar ganancias o prestigio social. Y es valido, no trato de decir lo contrario, es parte de las reglas del juego y la sobrevivencia.

Pero como en todo kilo de frijoles hay una piedra, les tengo una observación, para ustedes, para ellos, para quien quiera pensarlo. Es increíble la contaminación visual y auditiva de la publicidad. Si como ejercicio nos pusiéramos a describir minuciosamente las escenas de nuestro día denlo por hecho que sigilosamente alguien esta queriéndonos vender algo.

Por las mañanas despiertas y prendes el radio o la televisión, comerciales ruidosos. Sales a la calle y las avenidas están plagadas de espectaculares, los miras y rezas porque no se caiga ninguno encima de ti. Empieza el desfile de automóviles y transporte publico disfrazados de calcomanías coloridas. Te paras en la esquinas y te ofrecen desde periódicos, tarjetas para celular a la misma ves que te regalan volantes y revistas gratuitas pagadas por la publicidad, mientras observas maravillado el baile de unas botargas en la otra esquina de la calle. Accesas a la red Internet y antes de abrir tu correo aparecen ventanas emergentes publicitando. Revisas el mail y solo tienes correos para conocer nuevos o comprar tales cosas a través de la web. Abres el periódico y te das cuenta que lees una importante noticia al lado de una plana colorida y con números que anuncian grandes descuentos. Suena el teléfono y tienes dos opciones, es una grabadora o una agente de telemarketing preguntando si tienes o no ese servicio. Llegas a tu casa y te encuentras con un tipo simpático vendiéndote a mitad de precio los utensilios más maravillosos para hacer tu vida fácil. Sin contar que recoges el correo y la mitad de eso es mas publicidad y la otra, la cuenta de tus tarjetas por dejar seducirte por ella.

Increíble no? Como dice Ska-p “Yo con sumo gusto me dejo consumir”. He aquí la batalla de todos los días, trabajar para luego gastar dinero en esas voces inconscientes que te dicen “cómpralo es lo que te conviene, somos tu mejor opción, mejoramos el precio de la competencia, si no lo tienes estas fuera de onda, tu prestigio social se vera incrementado”

Y llega a tanto la poca vergüenza de la venta que existe una sobredemanda de empleos, si como lo lees, pero para agentes ejecutivos, es decir, vendedores. Linda cadena no?

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